Desde hace más de 100 años, la Pedagogía Waldorf busca acompañar a niños y niñas en su desarrollo, desde la visión del ser humano que brinda la antroposofía.

Es así como durante los primeros siete años (primer septenio), cuando su cuerpo físico aún se está formando, se promueve el movimiento, el juego libre y las actividades caseras, todas las cuales favorecen el desarrollo de la voluntad como facultad anímica.

Al pasar al segundo septenio (siete a catorce años), las fuerzas que permitieron la creación del cuerpo físico están liberadas para centrarse en el contenido intelectual que se comienza a entregar en la educación básica. Sin embargo, esta entrega de conocimiento no se restringe a lo meramente cognitivo, sino que está llena de experiencias, arte y belleza; las cuales calarán profundamente en el alma de niños y niñas y permitirán un aprendizaje perdurable y verdadero.

Desde estas bases está organizado el currículum y las jornadas, permitiendo el despliegue de los sentidos y de las facultades inherentes a cada etapa evolutiva.