casa waldorf Monte Aconcagua
La Casa Waldorf Monte Aconcagua acompaña a niños y niñas entre 3 y 6 años, proporcionando un espacio de cobijo, cuidado y contención.
El ritmo diario de la Casa Waldorf Monte Aconcagua busca reproducir el proceso vital de inhalación/exhalación que experimenta el cuerpo, por lo que una actividad de concentración o de interior, irá seguida de una de movimiento o exterior.
Al llegar en la mañana, niños y niñas entran al salón con pantuflas de lana, donde desarrollarán el juego libre con elementos muy simples que apelan a imaginar escenarios e historias que favorecerán el desarrollo de su creatividad. Será también el momento de realizar actividades caseras, como pelar y cortar frutas y verduras; amasar el pan y limpiar, labores todas que buscan, además de replicar lo que se hace a diario en el hogar, favorecer el desarrollo de la motricidad fina y de la coordinación óculo manual.
Tras ordenar el salón, acompañados de cantos y juegos, se dirigen a la merienda, donde podrán disfrutar de frutas de la estación o preparaciones caseras en los días más fríos, en un ambiente de reverencia y agradecimiento por los alimentos que la tierra nos entrega.
Luego se preparan para salir a la caminata, calzando sus botas y jardineras de agua en invierno; y sombreros y protector solar en las estaciones más cálidas. Esta preparación también busca generar autonomía en niños y niñas, pues se les insta a que realicen los cambios de indumentaria por sí mismos.
La caminata busca colaborar en el desarrollo más amplio de los sentidos del primer septenio: el movimiento propio, el equilibrio, el tacto; como asimismo la apreciación de la naturaleza y el entorno en el que se mueven, propiciará conciencia del aquí y ahora, lo que se traducirá en un quehacer diario armonioso.
Al regresar de la caminata, niños y niñas asean sus manos y cara para pasar al salón donde les espera el almuerzo, preparado principalmente en base a legumbres, cereales (arroz integral, cebada, mijo, avena, centeno, maíz, trigo), verduras, frutas y huevo. Este momento se inicia y culmina con un verso en el que se agradece por los alimentos. Una vez finalizada la comida, niños y niñas llevan su plato, cubiertos, servilleta y vaso a la cocina, incentivando su autonomía e independencia.
Luego de cepillar sus dientes con una canción que la maestra ha creado especialmente para ese momento, salen al patio a realizar distintas actividades, como regar las plantas, partir nueces, lijar muebles, rastrillar o limpiar. Sin duda la actividad principal de este momento es el juego libre, donde tienen la posibilidad, con elementos muy sencillos, de construir refugios, de hacer comida imaginaria, de establecer juegos de roles, entre otras muchas dinámicas sumamente importantes para el desarrollo tanto físico como anímico de los pequeños.
A continuación se preparará en el salón interior la atmósfera necesaria para contar el cuento que cada día alimenta el corazón de nuestros niños y niñas. Este es un momento especial, de recogimiento, atención y escucha que niños y niñas esperan cada día con ansias.
Luego de escuchar el cuento, nuestros pequeños arreglan sus pertenencias y esperan jugando la llegada de quienes los vendrán a buscar.
Este es el ritmo que, con algunas modificaciones, se mantiene durante toda la semana, entregando seguridad, constancia, hábitos y armonía en niños y niñas.